¿Has pensado alguna vez en los paralelismos que existen entre la industria del mueble, la de la ropa o la alimentación? Ayer estuve en un breve directo en Instagram con mis compañeros de Hannun -una marca nacional de muebles artesanos y sostenibles- y precisamente tratamos este tema.
Aunque no suele tema de debate, la industria del mueble genera muchísimo residuo, y al igual que la ropa, es esclava de las tendencias y cambio de imagen constante. Consumimos ropa barata con una escasa durabilidad, igual que compramos muebles baratos que desechamos a los pocos años porque se han deteriorado o ya son inutilizables.
La clave del consumo de muebles producidos en serie es su bajo coste. Nos aporta mucha variedad con muy poca inversión, ya que sus bajos coste de producción (materia prima de baja calidad, producciones intensivas y a gran escala, trabajos mal pagados…) hacen esos muebles accesibles para -casi- todo el mundo.
El problema de siempre: no todas las personas podemos permitirnos invertir tanto dinero como quisiéramos en empresas éticas ¡está claro! Y ese es uno de lo principales problemas de la forma de consumo que tenemos. Lo que deseamos hacer VS lo que nos podemos permitir.
Por eso, cuando conocí a Mauri (a la derecha en la fotografía) me impresionó el discurso. Él es el fundador de la marca y me explicó que uno de sus objetivos es democratizar los muebles éticos y artesanos, lo que significa hacer algo más accesible un producto considerado de lujo. «Wow», pensé «Bastante ambicioso».
La pregunta es: ¿qué diferencia un mueble sostenible de uno no sostenible?
Para saber por qué queremos un mueble sostenible necesitaremos sabe qué es y en cómo nos beneficia. En el directo, Mauri, lo explicó perfectamente. Básicamente un mueble sostenible es aquel cuya producción se sostiene a muy largo plazo teniendo el mínimo impacto sobre el medioambiente o los trabajadores que intervienen en el proceso.
Esto implica muchos elementos. Por ejemplo, en el caso de Hannun, lo que hacen de base es utilizar materiales con compromiso medioambiental: utilizan madera recuperada para evitar extraer nuevos recursos naturales o, en su defecto, madera de origen sostenible. También han limitado los plásticos de sus envíos y protegen muchas de sus artesanías simplemente con cartón.
Además, acaban de sacar una sección de muebles elaborados con plástico reciclado o plástico postindustrial: TheWayWe Sea
¿Y la gestión de residuos? La clave están en diseños que eviten un desperdicio excesivo, en el caso de los materiales sobrantes que aún así pueda haber (los recortes de madera, etc) los reutilizan para hacer objetos de decoración, colgadores y otros elementos. Para los muebles con algún pequeño defecto o devueltos por el cliente, han creado el ‘Reuse Market’ en la cual los venden por un coste bastante menor para así poder darle una segunda vida.
En concepto de sostenibilidad y veganismo también hay que tener en cuenta los barnices y otros tratamientos de la madera, que pueden ser comprometidos para el medioambiente y/o de origen animal (ceras, por ejemplo). En el caso de Hannun, poseen el sello PETA vegan approved, PEFC y FSC. Lo podéis ver en su sección ‘compromiso medioambiental’.
El valor añadido de los muebles sostenible es lo que sucede antes de los muebles
Este es el valor añadido de las marcas sostenibles. Diseños bonitos y armónicos, sí, pero por supuesto los podrías encontrar otras tiendas. Sus estanterías de madera son increíbles, sus cabeceros de cama de madera hacen que me reconcilie con un concepto de diseño que jamás he entendido (¿Cabeceros?¿Para qué? Vale, pues ahora me encantan) y, sobre todo, me encantan sus enormes espejos de madera, lo primero que conocí de la marca y que son todo un sueño para los que amamos el diseño de producto.
Pero aún así, pese a su innegable belleza basada en colores y texturas que nos retrotraen a la naturaleza… El valor se encuentra en todo lo que esconde detrás ese producto: en el concepto de respeto al artesano, el respeto por el medioambiente y el trabajador. Básicamente, lo mejor de los muebles sostenibles es lo que hay antes de los muebles.
El trato humano y cercano con el artesano -conocer quién y dónde hacen tu mueble-, el apoyo al pequeño comercio local, saber que cada diseño es único e irrepetible, porque las artesanías son imperfectamente bellas y el arte de producir solo lo que se va a consumir. Es decir: producir únicamente bajo demanda.
Con respecto a la super producción de muebles y su paralelismo con el fast-fashion, añado un dato: tal y como comentó Mauri durante el directo, alrededor de 10 millones de muebles acaban en el vertedero cada año en Europa
¿Te habías parado a pensarlo alguna vez? Tranqui, yo tampoco.
En definitiva, es maravilloso ver cómo el hecho de haber conocido -casi por casualidad- a los creadores de Hannun en persona, y con un par de conversaciones informales por medio, me han abierto una gran curiosidad. Espero que este artículo os haya servido para lo mismo.
¿Conocíais Hannun? ¿Habías pensado alguna vez sobre el conflicto medioambiental de lo que metemos o no en nuestra casa?
